sábado, 25 de enero de 2014

Ubicados en el espacio escolar de carácter público, encontramos en nuestro medio que,  tal condición está operando en la conciencia, en el pensamiento de quienes se desempeñan en él (y en otras áreas o funciones de esa misma orbita), como “razón secreta” (pre-juicio reactivo), camuflada,  que afecta tanto el cumplimiento como  la calidad de lo que en él se hace y,  sus resultados.

A este hecho no se le está dando la importancia ni el tratamiento que requiere para transformar o generar el correspondiente cambio en el pensamiento y en los hábitos de los servidores públicos y de la ciudadanía en general. Es un rezago fuerte, poderoso, que tuvo su plenitud en la dilatada historia de Colombia, desde la llamada Conquista y Colonia hasta épocas recientes del siglo pasado. Per-viviente aún. Una referencia importante, hito que marca los inicios del quiebre que aún no se consuma, lo es el relevo de Constitución política en el año 91. El peso de aquel pasado, en el que los límites del Estado, de lo público, se diluyen en los terrenos de la propiedad privada, para beneficio de los afortunados. De otro modo, los excluidos no perciben que lo público esté a su servicio. Y quienes sí usufructúan aquel, abusan de esa esfera, de manera tan visible que los excluidos, reactivamente,  se ponen en la disposición de aprovechar cualquier oportunidad para arañar aquella “despensa” y, cuando no,  hacen daño a esos bienes, espacios, monumentos, símbolos. Una manera de protestar, ya que no de beneficiarse.

Lo público se pervirtió. Una de sus formas aun vivas, está representada en las prácticas políticas clientelares y en la captación del Estado por la mafia y otras fuerzas ilegales, criminales.

Por tales circunstancias,  que revelan prácticas claramente decimonónicas, pre-modernas, hoy tenemos en la conciencia de la gente la pervivencia de aquella realidad cultivada de manera centenaria.

Se requiere no sólo seguir avanzando en la modernización de nuestra sociedad, entre otras mediante reformas del Estado y a través de quiebres en la relación de la burocracia, los políticos y los servidores y/o funcionarios adscritos a esta esfera y los asuntos que en ella se afrontan, trasparentando que ello es territorio del cual todos somos accionistas, y parte de nuestra suerte se define por lo que en él sucede. Y por las decisiones políticas de la ciudadanía.

Ese proceso de modernización debe encontrar en los responsables de mando de las instituciones, incluyendo el sector educativo, especialmente, funcionarios en las distintas instancias, que apliquen  desarrolladoramente la ley,  y a la manera de “férula legítima y graduable”, contribuya con la persuasión pedagógica y la sanción social, para el cambio conceptual y trasformación de las prácticas frente a lo público. Es una revolución silenciosa y pacífica de impacto múltiple. Ganancia para todos.

El funcionario con responsabilidad de mando,  no puede desde su alto cargo, jugarle sucio a la sociedad con su laxitud, que es forma de complicidad. Y si es docente-directivo, entonces como que la sal ha dejado de ser tal, y el daño causado de un impacto de proporciones geométricas.

Por vía espontánea este cambio no se va a operar en la base de la pirámide en los distintos sectores de lo público. Lo que equivale a decir,  para el caso,  que en la base docente no hay que esperar milagros por cuenta de una evolución sin más. Es menester liderar procesos de abordaje y afrontamiento del fenómeno, que incluye la dosificación disciplinaria, aplicando la norma y reglas de juego para una labor de calidad, con resultados, ligada a campañas educativas y a una sinergia inter-institucional de los órganos del Estado y los gobiernos en su conjunto. En esto no debe haber ambigüedad alguna. Y los beneficiarios serán los estudiantes y la sociedad en general. No sólo es un asunto de respetar el tiempo institucional sino de trabajar a conciencia, de modo competente, sin perjuicio de las luchas democráticas y reivindicativo-económicas de los trabajadores.
Burlar lo que hemos conquistado en derecho y en razonabilidad -común para todos-, es una forma de violencia que, llama más violencia. Dando Zancadas hacia tras. La Paz y la convivencia no es del orden natural (naturaleza) es obra de la creación humana, activo cultural, civilizatorio,  a la vez límite al reino animal.


Ramiro del Cristo Media Pérez


Santiago de Tolú, enero 24  2014


  

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